sábado, 2 de enero de 2010

LO QUE LA ESCUELA NO ENSEÑA

Un buen expediente en los estudios no es sinónimo de éxito en las relaciones personales. Cada día se hace más evidente la necesidad de una educación para la vida Ángeles Rubio

Enric es el nombre supuesto de ese tipo de amigo que uno reencuentra después de varias décadas, y que hace recapacitar sobre qué cosas faltaron en la educación para que los mejores en la escuela, inteligentes y cargados de buenos sentimientos, muchas veces terminen llevando vidas inciertas.Buen estudiante y compañero, superó con matrícula de honor la carrera deMedicina y después de obtener uno de los primeros puestos del paíscomoresidente, se especializó en neurología.Hubiese preferido pediatría o cirugía, pero era diabético infantil y su vista había comenzado a sufrir los efectos de la enfermedad. La suerte le acompañó cuando a los cuarenta años fue trasplantado de riñón, córneas y páncreas, operaciones tras las cuales dejó de ser diabético; pero no tanto cuando un error de juventud le hizo casarse con una mujer desequilibrada, que convirtió en un infierno su vida y la de sus cuatro hijos.Hoy malvive en soledad para poder pagar los estudios de estos; tiene dos trabajos que apenas le dejan tiempo para respirar, y en donde los colegas nunca estimaron sus dotes para la gestión ni la investigación. Comotantas personas, a pesar de su inteligencia manifiesta, no encuentra soluciones para una vida que se ha tornado insoportable y comenta con resignación a sus viejas amistades: "Nadiemeenseñó que la vida era así". TennesseeWilliams, el escritor que mejor representó en el periodismo, la literatura y el cine el ambiente de los bajos fondos, el conflicto de las pasiones y la soledad del serhumanocontemporáneo, el autor de guionescomoUntranvía llamado Deseo o La gata sobre el tejado de zinc, decía que "la vida es en parte lo que nosotros hacemos y en parte lo que hacen los amigos que elegimos"; pues bien, las decisiones capaces de modular dichas conductas, las sociales y las individuales, se cimentan en la educación. Este hecho quedó confirmado a partir del modelo propuesto por el profesor deHarvard Howard Gardner (1943), quien considera que la inteligencia es la capacidad de resolver problemas, quecomotal puede desarrollarse con formación y motivación y, lo más importante, que no es una, comose creía antaño (con la que se nace o no), sino múltiple (más de ocho) y dinámica. Cada campo de la vida utiliza un tipo de inteligencia distinta, una persona que triunfa en las finanzas puede ser un desastre en su vida personal y al contrario.Demodo que, por ejemplo, Einstein no sería más ni menos inteligente que Michael Jordan, sino simplemente que cada uno contaría conmayor fortaleza en un tipo de inteligencia. La cultura y la educación occidental ha valorado sobre todo la inteligencia lógico-matemática y lingüística, y la acumulación de conocimientos, pero tan importantes pueden llegar a ser estascomola espacial, natural, corporal-cinestésica, musical y, sobre todo, las más relegadas y necesarias para la felicidad: la social (o capacidad para entender a los demás y tratar con ellos) y la intrapersonal (para entenderse unomismoy la propia vida). Tradicionalmente, la principal función de la educación era la preparación para la vida adulta responsable; desde la perspectiva de la pedagogía moderna, esta se amplía a la realización personal mediante la puesta en práctica de sus capacidades individuales –aquello que nos hace ser únicos e irrepetibles– a favor del desarrollo de la sociedad,comoafirmó JohnDewey (Democracy and education; 1911). Unos principios anclados en la tradición griega y el concepto de paideia: formar ciudadanos para el gobierno de la polis y,comorecuerda Platón en La República pero que a veces se olvida, algo para lo que se necesita para que esas personas sepan gobernarse a sí mismas.Nose persigue sólo eruditos, sino que su proyecto se traduce en formar aristos (de donde deriva la palabra aristocracia), hombres y mujeres llenos de arete (virtud, fuerza, capacidad); a ser posible excelencia (maglopsikos),como recuerda el profesor Javier Aranguren; o dicho de otra forma, vivir la vida delmodomás propiamentehumano: siendo prudentes, justos, fuertes y templados. Deahí una tercera función de la educación, la de la familia y la escuelacomomediadores, que deben fomentar las actitudes y capacidades naturales de cada individuo. Es la funciónmayéutica que propugnó Sócrates, y que, mediante el diálogo y el trato individualizado, consigue que cada persona alcance el conocimiento por sí misma. Es decir, no sólo la adquisición de una elevada cantidad de contenidos,comoocurría con los sofistas, que daban largos discursos considerando a los individuos comoreceptáculos vacíos e idénticos de verdades. Pero el problema de equivocar la vida va más allá, y parte delmomentoen el que la sociedad ilustrada relega elmenúúnico de la tradición, en donde valores, normas y expectativas eran unívocamente aprendidos y compartidos, por otra plural en el que vivir a la carta, abiertos a la libertad tantocomo a la relatividad cultural. Esto conlleva una tasa de incertidumbremuyalta, en cada opción vital, sentimental, profesional o de consumo. Pero la educación no puede ser un servicio o producto más, y a la ausencia de una orientación clara por parte de familias y educadores se une la falta de influencia de estos sobre los jóvenes, frente a los medios

fuente: la vanguardia

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